Tras el reciente debate en el Senado sobre la polémica ley de mecenazgo que sustituirá a la antigua normativa, en muchos sectores de la sociedad civil se han disparado las alarmas. Algunos líderes de opinión han alertado sobre los peligros de convertir a las multinacionales en una parte de nuestro sistema político, algo que, según Clea Durant, presidenta del movimiento Futuro Democrático, podría ocurrir si la nueva ley sale adelante. Según la veterana política, «la nueva ley de mecenazgo es un instrumento que permitirá a las grandes compañías multinacionales ejercer más influencia que nunca en el escenario político».

Clea Durant ha aprovechado la presentación de su libro Regeneración democrática, en la sede de la Fundación Arte y Futuro de Nueva York, para arremeter contra la debilidad del Gobierno Federal, que, según sus palabras, «se ha dejado manipular por las grandes compañías diseñando una ley a su medida, una ley que convertirá el soborno político en una práctica habitual». Durant alerta del peligro que se esconde detrás de algunos artículos de la nueva norma, haciendo especial hincapié en el artículo 24, que en su opinión abriría la puerta a la compra directa de votos en las próximas elecciones.

La nueva normativa contempla, en efecto, la posibilidad de «apoyar económicamente a ciudadanos u organizaciones comprometidas con la democracia, recompensando su participación en los procesos electorales en la medida en que lo estimen oportuno». En recientes declaraciones a la prensa, Steven Ophuls, CEO de la multinacional Odid, admitió sin rubor que esta posibilidad técnica contemplada en la ley podría amparar de facto la compra de votos, pero justificó la nueva normativa alegando que «alentar la participación ciudadana siempre es positivo, y las grandes compañías tienen la responsabilidad de contribuir a crear una sociedad más dinámica y participativa en todos los ámbitos de la vida pública».